En medio de tanta competencia y del freno que han producido ciertas políticas tributarias del gobierno, muchos se preguntan qué tan viable y duradero es emprender hoy en el país. Les comparto cuatro consejos esenciales para la viabilidad de nuevos negocios.
En Colombia, de cada 10 emprendimientos solo 1.5 llega al cuarto año. Es cierto, arrancar una empresa no es tarea fácil. Trasciende, sin lugar a dudas, los trámites de constitución de una razón jurídica e implica una serie de procesos complejos y engranados que a veces no se dimensionan. Si se hacen las cosas correctamente, la probabilidad de que salgan bien se incrementa de forma sustancial.
Estamos equivocados cuando pensamos que Facebook, Google y Apple son ejemplos de emprendimiento típico. Sus casos ´boom´ que cambian el mundo son uno de cada 10 mil. El resto, la mayoría, de nuevos negocios requieren más largo aliento, mucho tesón y constancia. Sí es posible apostarle al sueño de iniciar empresa, pero bien vale la pena tener en cuenta estas cuatro reflexiones para un ´emprendimiento inteligente´:
1. Rodearse de experiencia. Vivir las experiencias y aprender de los errores asegura no volverse a equivocar. Si el emprendedor no tiene experiencia, es recomendable que se acompañe de alguien que sí la haya tenido, y más en el mismo sector o con el mismo tipo de negocio. Es escuchar a los que tienen esa experiencia. INNpulsa Colombia, la Unidad de Gestión de Crecimiento Empresarial del Gobierno Nacional, justamente se encarga de buscar y financiar el acompañamiento para que las nuevas iniciativas se asesoren de otras organizaciones; una forma concreta de promover el emprendimiento, la innovación y la productividad.
Por nuestra parte, en Proyecto Ítaca también acompañamos emprendedores y les trasferimos la experiencia para que no repitan errores de otros, aunque el emprendimiento sea nuevo. En pocas palabras, les advertimos la problemática de lo que puede ocurrir. Hemos acompañado al menos 25 proyectos de empresa en los últimos 3 años, de los cuales quizás a 20 les va bien y a otros muy pero muy bien. Sí hay forma de hacerlo.
2. La persistencia es lo más relevante. Cuando se pone la primera piedra de una compañía se espera, ingenuamente, que en poco tiempo empezará a dar sus frutos. Sí vale la pena emprender, pero toma tiempo y recursos. Es fundamental entrenarse en la propia capacidad de aguante y en el empeño de cada día. Paciencia, paciencia, paciencia. Persistir además implica saber cuándo abandonar, aceptar el fracaso porque es precisamente de éste que se gana la invaluable experiencia. Emprendedores exitosos en su gran mayoría han tenido reveses y valoran haberlos tenido cuando el impacto era menor y no cuando estaban jugando el todo por el todo.
3. El emprendimiento debe ir enfocado hacia la venta. Cuando la gente emprende usualmente mantiene la mayor parte de su energía y esfuerzo dirigido al producto, y muy poco al proceso comercial y de marketing. Ese es un error que cometemos todos los emprendedores. Solo cuando el foco está en el cliente y en el esfuerzo comercial -quién es el que lo va a comprar y cómo lo va a comprar- es que los emprendedores salen adelante.
En este sentido, un caso interesante que tuvimos la fortuna de acompañar en sus inicios es el de Ciudaddemascotas.com (e-commerce con un crecimiento exponencial en menos 4 años) que se enfocó no tanto en el producto, sino en trabajar a sus clientes y sus necesidades. Hizo toda su estrategia basada en el foco comercial. El producto se fue ajustando a esas necesidades.
4. Vuelta de tuerca. Aunque en la actualidad hay un gran boom de emprendimientos de base tecnológica, son numerosas y muy diversas las iniciativas que están surgiendo. No necesariamente hay que inventarse algo totalmente novedoso y arrancar de cero. En una economía como la de Colombia, que ha venido creciendo, emprender también es hacer pequeñas ´vueltas de tuerca´ (spin off) o transformaciones a cosas que ya se hacen o se están haciendo.
Resulta fascinante la creatividad e innovación. A un caficultor se le ocurrió que cada persona (extranjeros en su mayoría) adopte una de sus plantas de café y luego él les envía al año una a dos libras de su cafeto y les cobra 300 dólares. Esto ya existía en Italia para árboles de Olivo pero se está adaptando para Colombia. Otro ejemplo es Tapsi, un modelo bien ´tropicalizado´ que en otros países ya existía. Un caso más es el recientemente ´viralizado´ ñametón. Un grupo de campesinos encartados con una cosecha de ñame que no habían podido vender, se ingenió un video de YouTube para motivar a la gente a comer ñame. Encontraron, a través de las redes sociales, un nuevo camino comercial. Fue tal la movilización solidaria –de gente del común, chefs e influencers- que se está agotando el ñame en todas partes.
Sí vale la pena emprender en Colombia, pero resultan urgentes algunos cambios. La banca y las políticas del gobierno deben cambiar su visión frente al emprendimiento y entenderlo como el motor de desarrollo, empleo y competitividad que representa. Son muy altas las tasas de interés para el emprendedor común que además debe poner su patrimonio personal como respaldo y sorprende que se establecen menores tasas de interés para las empresas de gran tamaño.
Empezar la construcción de una empresa es una posibilidad democrática hoy para los colombianos, puede hacerlo el de a pie, el empresario medio o las grandes compañías. Contamos con un mercado de 46 millones de personas y una creatividad e innovación desmedidas. Si nos enfocamos en hacer las cosas bien, impecables administrativa y financieramente, con todo el impulso, la recursividad y el capital más importante que es nuestra gente chévere, se vislumbra un camino más despejado. Solo que requiere persistencia.
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