Existe una teoría popular que iguala al fútbol con cualquier cosa en la vida; no se trata de una ciencia exacta, pero esta disciplina contiene en su interior un símil con el entorno empresarial. ¡Nada que ver con la FIFA! No es solo una cuestión de manejo de dinero, es el alma misma del juego, todo lo que aprendimos cuando jugábamos en el barrio.
En mi cargo de director técnico si el símil lo permite, siempre propongo al equipo de trabajo que funcionemos con la sinergia propia de una gran selección. Que imaginemos un proyecto laboral tal cual como un partido o un campeonato (que no es lo mismo), entendiendo la importancia de cómo debemos cumplir las responsabilidades específicas.
En el pizarrón se diagraman las indicaciones tácticas para hacer crecer las compañías. El juego se basa en fijar objetivos y construir los métodos para marcar goles. Las organizaciones, como en el fútbol, dependen de la unión y los lineamientos precisos para ganar. Claro, todas las empresas no visionan lo mismo y no cumplen los mismos mecanismos para alcanzar sus metas, aunque todas en el fondo pretenden crecer, ser exitosas y generar ventas, tienen fundamentos tácticos diferentes.
Eso sí, las batallas empresariales, se ganan en la cancha y existen claves para dar pelea contra los rivales: Resultados comerciales, la innovación, cómo se enfrentan a los cambios, replantearse y adaptarse a condiciones diversas.
Los negocios son tan cambiantes como cualquier choque futbolero. Nunca debemos dejar de ser versátiles para afrontar los momentos de incertidumbre y de esta manera avanzar a portería contraria, estar atentos a una lesión de un jugador clave o una situación coyuntural (económica o política) y así maniobrar cuando se presenten errores en decisiones trascendentales.
La charla técnica debe ser un discurso acerca de los pilares fundamentales sobre los que se cimientan las victorias empresariales: La estrategia, la gestión y la cultura.
Las estrategias tienen una visión a largo plazo de lo que quieren ser las empresas y cómo se proyectan para saber qué trofeo quieren ganar. A cada integrante de mi equipo, le inculco la necesidad de ser inteligente en la aplicación de las estrategias, entender que las fórmulas mágicas de las victorias no existen, que el trabajo duro y seguir las recomendaciones del líder y cuestionarlas en el momento adecuado son claves, pues todas ellas le dan espacio para incrementar las opciones de meter un gol. Pero atención, equipo, a veces también es buena una pizca de magia y que tengan alternativas al plan inicial, tirar la gambeta individual y solucionar un problema que se presente.
A medida que se desarrolla el compromiso, urge tener un buen manejo de todos los recursos. La forma como una compañía llega al resultado, es el todo y la gestión es la herramienta indicada en la implementación de un proyecto ganador. Tener ingresos sanos, buen manejo de recursos económicos y de talento humano, tener la claridad de hacer grandes contrataciones y conformar un equipo estelar en el que todos los elementos sean creativos, responsables y capaces, hacen que los tres puntos sean seguros.
Ahora bien, una gestión adecuada es primordial. Una empresa manejada a las patadas no gana aunque el fútbol se juegue con los pies. La que se conduce con tranquilidad y un óptimo ambiente laboral, hace la diferencia. Puede que un equipo así no salga campeón en el primer campeonato que juegue, pero si puede llegar a ser el lugar en el que los mejores exponentes en cada una de las posiciones quiera jugar.
Finalmente, ganar se convierte en un tema de cultura. El director técnico puede que no se las sepa todas, por ello cuenta con que sus jugadores sean organizados y se sepan comunicar en la cancha. El entendimiento es una clave para el éxito. Líder y colaborador deben conectarse para lanzarse decididamente por el triunfo, fundamentados en el buen clima organizacional, una lección que le permite al equipo tener la confianza para jugar, sintiéndose apoyado. Está claro que la disciplina es vital y los protagonistas del partido pueden irse al ataque libre, pero jamás deben perder el orden y eso depende de que los procesos de gestión sean claros. Un colectivo motivado, se pone la 10 por el técnico que sea.
Si todos tenemos claro lo que debemos hacer para llegar a un objetivo, lo vamos a hacer realidad. Sin importar el estadio, se debe demostrar por qué quiero jugar y mi sentido de pertenencia por el equipo. La buena actitud del líder y la tranquilidad con que dirige desde su zona técnica, le da la cabeza fría para aportar su talento y capacidades en la compañía. Tener a los muchachos o muchachas enfocados y enfocadas, permite saber que las visiones distintas de un colectivo, pueden centrarse en optimar recursos para llegar a buen término con el pitazo final.
No hay como jugar con un equipo motivado, enfocado, disciplinado, pero sobre todo que haya trabajado duro.
*Crédito de la imagen: Vector de Negocios creado por freepik
No se pierda este taller GRATUITO para generar las mejores ideas aprovechando la incertidumbre del momento: