Las empresas no son simplemente lugares para ir a trabajar. Se trata, más bien, de equipos de personas que emprenden viajes para llegar a destinos muy claros, donde todos van a ganar.
El reto actual de los gerentes de Talento Humano está en consolidar tres cimas que cualquier organización quiere alcanzar: compromiso, productividad y felicidad. Si cada uno no es feliz en el viaje al que le dedica todos los días de la vida, ¿para qué emprenderlo?
En términos de lograr estos tres objetivos, la empresa debe primero cortejar y atraer a los candidatos con el mejor talento y a los más adecuados para la organización y su cultura, en términos de conocimiento, competencias y actitud. Para emprender un reto de alpinismo, es necesario conformar un equipo experimentado, con óptimo estado físico y apasionado de este deporte extremo.
Una vez armado el equipo “de montaña”, el siguiente paso esencial es la alineación de las personas con los objetivos, estrategias y valores corporativos. Luego, es indispensable desarrollar las competencias y habilidades individuales. El final del proceso consiste en retribuir, reconocer y compensar el aporte de la persona a los resultados de corto, mediano y largo plazo.
La alineación, herramienta esencial de liderazgo en la estrategia de talento humano, asegura que todos los empleados sepan hacia dónde y de qué manera se dirige la empresa. Cada colaborador debe apropiarse de los objetivos estratégicos y definir su contribución para alcanzarlos. El trabajo continuo de alineación estratégica, encabezado por Talento Humano y dinamizado por los líderes de la organización, debe encaminarse a borrar esa imagen de compañías en las cuales cada cual toma su propio camino hacia la cúspide.
No se puede iniciar una excursión de alpinismo sin que el equipo sepa a dónde va a ir, qué implementos llevar, a qué obstáculos se expondrá, qué tipo de clima habrá, y qué cima se desea finalmente alcanzar. Dentro de este ejercicio de alineación, vale la pena preguntarse: ¿todos los empleados conocen perfectamente los objetivos corporativos y metas, es decir, ¿qué montaña ascienden, para qué, dónde queda, qué tan lejos está la cúspide? Así mismo, ¿conocen aquello que diferencia a la empresa de otras?, ¿saben las competencias que todos los colaboradores deben tener?
Más directo: ¿jefes y empleados conversan sistemáticamente sobre los objetivos y cómo se están obteniendo? ¿cada persona conoce cómo puede aportar para conseguirlos? En un equipo de alpinistas exitoso son indispensables el conocimiento del terreno de los Sherpas, el cuidado del planeador de rutas, la comunicación desde el campamento base, la diligencia del encargado de las medicinas y el cocinero.
El proceso de alineación se resume en una simple acción: conversar. Todo parte de la conversación cotidiana y permanente entre jefes y todos los empleados. Los mejores CEO se convierten en maestros que enseñan la estrategia y guían para seguirla. Así, queda obsoleta la idea de mantener en secreto la información de la compañía pues el camino al éxito está justamente en compartirla. Tal como en la ruta de escalada, lo riesgoso no es que los empleados conozcan los objetivos de negocio, sino que no los conozcan.
Se trata de trabajar con gente más comprometida, más productiva y más feliz, lo que se traduce en una empresa más comprometida, más productiva y más feliz. En pocas palabras, y adaptado de una anécdota de Peter Drucker, empieza la excursión al Everest y tres personas están con palas despejando el camino saturado de nieve: ¿qué están haciendo?, les preguntan. El primero contesta: ganándome la vida, el segundo responde: quitando la nieve de la trocha, y el tercero dice: estoy ayudando a que mi empresa llegue a la cumbre.
Publicado en Revista Latinpyme. Edición No. 142. Marzo de 2017.